Una última esperanza para la democracia

Hoy en día, en miras al futuro, viendo los últimos sucesos que han afectado a Latinoamérica y al mismo tiempo contemplando atónitos el sorprendente desenlace de las elecciones de los Estados Unidos las palabras de Winston Churchill tienen cada vez más sentido.  El Primer Ministro que sorprendió al pueblo Británico con su popular frase “I had nothing to offer but blood, toil, tears and sweat”  tenía otra de estas frases bajo la manga, una que explica claramente los resultados del Referéndum de Hugo Chávez, los problemas en Bolivia con Evo y hasta la nueva promesa Norteamericana del presidente Obama: “It has been said that democracy is the worst form of government except all those other forms that have been tried from time to time”.

Mi opinión respecto de la democracia es exactamente la misma que la del político inglés de antaño, no creo que la democracia sea el sistema perfecto que otorgue completa libertad a todos y defina lo que la población realmente desea. La democracia es un juego de estadísticas, que puede funcionar perfectamente, pero que a la vez puede traer resultados inesperados y perjudiciales.

La situación de muchos de los países de Sudamérica, especialmente Perú, es clara, existe una aberrante división entre las clases privilegiadas y las que no lo son, ocupando las últimas el grueso de la población de nuestro país. Si partimos de esta premisa, vemos cómo las clases no privilegiadas son la mayoría de votantes y es por eso que son  presa fácil de los políticos. Es aquí donde la ignorancia juega un papel favorable para el candidato postulante. Estas personas son bombardeadas con promesas, regalos y visitas con el único objetivo de ganar votos y una vez que obtuvieron lo deseado desaparecen del mapa, incumpliendo lo que ofrecieron. Según Nicolás Maquiavelo «…el que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo…» pero en nuestra realidad el pueblo no es amigo, solo un simple medio para obtener algo.

Uno de los problemas principales que tenemos que enfrentar y a la vez una de las razones por las cuales la democracia no siempre funciona es el largo debate sobre si el voto debe o no ser obligatorio. En países como el Perú una gran masa de la población vota obligada. ¿Bajo que lógica podemos pedirle a una persona que no tiene acceso a un mínimo medio de comunicación que vote? Muchas personas no conocen ni al candidato, ni sus propuestas, ni sus defectos. Pero igual están obligados a votar. Es ahí donde me pregunto ¿el resultado de la votación representa la verdadera democracia? Por otro lado si el voto no fuera obligatorio, sólo votarían aquellas personas que en realidad  tienen un compromiso por el Perú o los que no tienen algo mejor que hacer ese día y estos siguen siendo una gran minoría, lo cual tampoco es lo ideal para que exista un sistema democrático.

El resentimiento y la discriminación entre la población es otro factor que afecta los procesos electorales. Es absurdo que este tipo de barreras hoy en día se interpongan para la elección de un gobernante; pero la verdad es que cada votante se identifica con aquel candidato que más se parece a uno. Desgraciadamente el color de piel o el estrato social del candidato define más que sus propuestas, los pobres no votarán por un rico porque no hará nada por ellos y los ricos no votarán por un pobre porque lo consideran un ignorante, estos prejuicios destruyen el sistema democrático en una escala mucho mayor que la misma corrupción. Podemos ver el reciente caso Humala o sin ir muchos años atrás en nuestra historia, la victoria de Fujimori sobre Vargas Llosa como claros ejemplos de que esto pasa y seguirá pasando.

No pretendo con este artículo crucificar a la democracia sino que esta debería ejercerse de la forma correcta con el fin de que en realidad sea “La voz del Pueblo” y no solo “La voz de la mayoría y el resto del pueblo que se conforme porque no le queda de otra”, “la voz de la ignorancia” o como alguna vez dijo George Bernard Shaw “Democracy is a device that ensures we shall be governed no better than we deserve”

Para que un sistema democrático funcione y para tener unas elecciones justas el Estado debe invertir en campañas de civismo con el fin de educar al grueso de la población, pero no meses antes de las elecciones sino uno o dos años antes de estas. Las personas deben estar informadas de cómo ejercer su derecho a voto y lo que esto implica. La participación cívica debe incrementarse con el fin de crear conciencia y de luchar contra la ignorancia.

La propaganda pro candidatura debe ser igual, la información sobre los pros y contras de cada candidato deben llegar a todas partes con el fin de evitar el ya conocido sistema de “víveres por voto” que se ve siempre en nuestras elecciones. Cegar a los votantes sobre la existencia de otros candidatos o sobre los errores que cometen algunos es una gran estrategia para obtener votos pero esto puede combatirse con un sistema de información adecuado para la población, así como decía Churchill: “The best argument against democracy is a five minute conversation with the average voter”.

Es absolutamente necesaria la implementación de más lugares de sufragio dentro del país así como la actualización del sistema para la agilización del proceso y para que todos puedan tener acceso al libre voto sin complicación alguna. Si en los pueblos de los Andes las personas deben caminar kilómetros para llegar a un ánfora, la cantidad de votantes y/o las ganas de ejercer el derecho disminuyen porque no se dan las facilidades para el caso.

Por último, creo fundamental que la corrupción durante el proceso electoral debe frenarse y la única forma de hacerlo es creando un mecanismo de control dirigido por una entidad especialmente creada para el caso o una Comisión con dicho fin. Es imposible llegar a un sistema justo si el mismo sistema esta siendo corrompido por agentes que buscan el interés propio.

Tomadas estas consideraciones podemos volver a tener una esperanza en la democracia, que aunque imperfecta, sigue siendo el mejor sistema que el hombre conoce para gobernarse, los pueblos han luchado demasiado a lo largo de la historia por la libertad y el voto para que hoy en día este sistema se vea tergiversado por tantos defectos. Si los mismos errores se siguen cometiendo nada quedará por hacer y nos encaminaremos al nefasto fin que el libertador Simón Bolívar hace ya mucho anunció: «Las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter , costumbres y luces actuales … En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina…»  

Gustavo A. Taboada Dusek

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